¿Qué es la piel y cuáles son sus necesidades?

¿Qué es la piel?, ¿para qué sirve? o, ¿cómo realizar su cuidado diario de una manera óptima?

Todavía existe en la actualidad hay mucha confusión a cerca todo lo que significa cuidar nuestra piel, porque, no podemos hacerlo de manera correcta si para empezar no sabemos qué es, y cuáles son sus necesidades.

Por ello, y como lo que más nos importa siempre sois vosotras, hemos decidido traer una serie de artículos más científicos.

En ellos explicaremos  en profundidad, y de manera más cualificada y precisa, todas las dudas, controversias y conflictos que se generan actualmente.

Así dispondréis de toda la información que hay saber para afrontar el cuidado diario de vuestra piel, de una forma saludable.

Para ello tendremos una serie de conversaciones, ésta será la primera de muchas, con la Licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Diplomada en Nutrición Humana y Dietética, Ana Quijano, que nos acompañará en la genial aventura de descubrir y conocer a fondo los distintos escenarios que se producen en la actualidad, al mismo tiempo que nos ayudará a enfrentarnos a ellos de la mejor manera que existe; bien formadas e informadas.

Así que, sin más, sólo puedo decir, disfruta del artículo. ;)

¿Qué es la piel?

La piel se define como un órgano indispensable para la vida animal, lo que incluye a los humanos, siendo esta la superficie que conecta nuestro cuerpo con nuestro entorno.

La anatomía de la piel se compone de tres capas bien diferenciadas llamadas epidermis, dermis e hipodermis. Cada una, con una serie de funciones que se interrelacionan entre sí. No es uniforme en toda su superficie, con variaciones topográficas debidas a sus distintas funciones. Podemos notar esta diferencia, por ejemplo, en el espesor de la piel de nuestros párpados y la de nuestros talones.

¿Y cuál es exactamente la función de la piel?

Entre sus funciones están la de protección, la de termorregulación, la de sensación, la de secreción, la de función inmunológica, la de producción de vitamina D y la de excreción. ¡Es un órgano muy trabajador! :D

Es por eso, que la limpieza y el cuidado diario de nuestra piel son un hábito fundamental y debe ser una de nuestras prioridades.

Aunque en las personas tienen un significado más allá de lo puramente higiénico, no debemos olvidar que su objetivo fundamental es la eliminación de la suciedad y otras sustancias indeseadas de la superficie cutánea, lo que permitirá a nuestra piel cumplir con todas sus funciones.

Pero, ¿cómo podemos ayudarla a conseguir todo esto?

Un factor clave es conocer nuestro tipo de piel ya que la atención y los productos a elegir variarán en función a ello.

Estos productos suelen ser cremas o lociones, que son dos tipos de emulsiones que se diferencian por la viscosidad y que suelen presentar dos fases; una acuosa y otra oleosa. 

Estas fases no pueden mezclarse entre sí, si no que se dispersan una en la otra.

En ocasiones podemos encontrar que ambas fases se separan con el paso del tiempo, aunque esto no debe preocuparnos, no se ha estropeado nada por dejarlos unos meses, sólo hay que removerlo un poco para que se dispersen de nuevo.

Piel Grasa

Las personas con este tipo de piel pueden pensar que no les hace falta usar cremas hidratantes, pero nada más lejos de la realidad, ya que hay que dejar bien claro que, un contenido alto en grasa en la piel no es sinónimo de una piel hidratada.

En el caso de las pieles grasas, es aconsejable el uso de productos que contengan aceites de alta calidad o aceites ligeros en una cantidad adecuada.

En cosmética natural aceites vegetales de primera presión, de tacto seco, que no generen excesos de grasa y en una correcta proporción para no dejar brillos en la piel.

Piel Seca

Cuando nuestro tipo de piel se cataloga como seca, los productos usados para el cuidado diario de la piel deberán contener agua, aceite vegetales de primera presión ricos en humectantes naturales, como puede ser la glicerina vegetal. Sustituir las vaselinas o lanolinas por mantecas vegetales, como cacao, karité o mango en mayor cantidad, para combatir la sequedad.

Además son recomendables los productos que contienen aguas florales en su formulación o jugo de Aloe Vera.

Como aditivos podremos encontrar el Ácido Hialurónico o polisacáridos, siempre naturales.

Se deben evitar sustancias químicas como el propilenglicol, el ácido láctico y la urea en hidratantes faciales porque pueden producir prurito (este el nombre raro que se le da al picor en terminología clínica) al aplicarlo. 

Piel Mixta

Si, por el contrario, nuestra piel se puede clasificar como normal o mixta (aquella en la que la piel sobre la nariz, el mentón y a veces la frente, es grasa y la de las mejillas es normal), los productos que podemos usar deberían tener predominantemente agua, aceites vegetales ideales para pieles mixtas, que aportarán nutrición sin dejar la piel grasa.

También sustituiremos los activos de origen químico o sintético como la vaselina o lanolina, por activos de origen natural, como las mantecas mencionadas anteriormente. Todos ellos formulados en correcta proporción, aportarán nutrición a la piel sin generar grasa o brillos.

Con todos estos activos naturales, junto con humectantes y aguas florales, también de origen natural, podemos lograr cosméticos perfectos para este tipo de pieles.

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Muchas gracias de antemano. El equipo Laiol. ;)


Bibliografía empleada en este artículo

Dermatología cosmética. Productos y técnicas. Draelos, Z.D. Aula Médica, 2010.

Manual de dermatología. Conejo-Mir, J.; Moreno, J.C.; Camacho, F.M. Aula Médica, 2010.

Dermatología cosmética. Serrano Ortega, S.; Soto de Delás, J.; Moreno Giménez, J.C. Aula Médica, 2002.

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